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Cómo sobrevivir a una sesión presidencial en ESMO (y exponer ante más 6.000 personas)

Estaba a punto de comenzar las vacaciones de verano. De hecho, estaba en el aeropuerto con mi mujer y mi hija cuando sonó el teléfono. Sabía de antemano que esa llamada ocurriría y la esperaba con la misma ansiedad y miedo que ilusión. Al otro lado del teléfono se encontraba una persona responsable a nivel mundial del desarrollo de uno de los fármacos inmunoterápicos más prometedores del mundo. Lo que me dijo fue muy sencillo: “Enrique, el estudio cumple su objetivo principal, vamos a enviarlo al congreso europeo”. Fue parco en palabras, pero de inmediato sabía lo que implicaba.

Se refería al estudio con más pacientes nunca hecho en cáncer de vejiga (IMvigor130), el primero en combinar la quimioterapia clásica con inmunoterapia y el primero en demostrar superioridad frente a esta misma quimioterapia.

Me metí en el avión con una mezcla de alegría y de responsabilidad. Y también pensando de qué manera, a pesar de estar de vacaciones, podría conectarme a varias teleconferencias, llamadas y estar pendiente del email.

Lo mejor vendría después. El comité científico del Congreso Europeo de Oncología (ESMO, en sus siglas en inglés) decidió, por la relevancia de los datos, que la presentación del estudio se hiciera en la sesión presidencial del congreso.

¡Imagínense la responsabilidad que conlleva presentar y dar a conocer por primera vez los resultados de un estudio que puede cambiar la vida y la esperanza de miles de pacientes en el mundo!

Cinco semanas antes del congreso

Las cinco semanas previas al congreso fueron de locos. Decenas de videoconferencias y teleconferencias, una reunión en Nueva York con las personas que redactan las guías americanas del tratamiento del cáncer de vejiga para presentarles los datos para que saquen objeciones. Revisiones y más revisiones de los datos a presentar y analizar la mejor manera de plasmarlos en las diapositivas. También hubo grabaciones para prensa y medios de comunicación internacionales, para medios digitales, y decenas de invitaciones de múltiples compañeros para compartir y discutir con ellos los datos de antemano.

Entre medias de todo, recibo una llamada y un email con cierto tono ‘amenazante’ desde la secretaría del mismo congreso para evitar que en redes sociales se hablase del estudio antes de su presentación. ¿Cómo podría evitar que se rompiese el embargo con los resultados si ya se había hecho público que se presentaba el estudio?

Y llegó el primer día de congreso y el ritmo de reuniones con la prensa se incrementó aún más, el número de interacciones con compañeros, la sonrisa nerviosa que me acompañaba, continuaban las peticiones a la par que las palmaditas de ánimo…

La sesión plenaria suponía un gran reto. Llegué a aquella sala donde había más de 6.500 sillas delante de mí y, al final de un largo pasillo, un atril para presentar. Más de seis pantallas gigantes, cámaras de televisión, micrófonos y un largo etcétera. Uf, ¡probablemente si no hubiese tenido dudas hubiera sido un inconsciente!

Y por fin llegó el gran día. Nunca lo olvidaré. Fue el 30 de septiembre de 2019 a las 17:48h según el programa, a las 18:10h en la realidad al ir con retraso. Solo disponía de 12 minutos. Lo hice en 14, lo siento, ¡pero salió genial!

Curiosamente, todo transcurre muy lento ahí arriba. Eres consciente de muchas cosas: una mezcla de calor, nerviosismo, sudor, responsabilidad, ilusión, miedo a fracasar, pero sobre todo, ganas de hacerlo bien.

Le dedico este post a todos los que me acompañasteis y apoyasteis durante esas cinco semanas y… ¡siento si pude estar un poco insoportable, pero creo que la oportunidad lo merecía! J

 

Dr. Enrique Grande, jefe de Oncología Médica de MD Anderson Madrid