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De hecho, uno de los últimos avances presentados sobre cáncer de tiroides en el último Congreso Americano de Oncología Médica, celebrado en junio en Chicago, tiene precisamente mucho que ver con la genética. El doctor Grande explica que en ocasiones se pueden producir reordenamientos genómicos que pueden afectar al oncogen RET sin una causa clara, y cuya presencia pudiera suponer una diana sobre la que poder actuar con fármacos para pacientes con cáncer de tiroides de tipo papilar que ya han agotado todas las líneas de tratamiento disponibles.

En este tipo de pacientes, se ha descubierto la utilidad de realizar un test genético para identificar la presencia de reordenamientos de RET ya que, en caso afirmativo, podría aplicarse una terapia dirigida a inhibir este oncogen que podría significar un aumento en el tiempo sin progresar el tumor de hasta un año que se sumaría a lo obtenido por los tratamientos habituales. “Este hallazgo significa un avance importante en la terapia personalizada del cáncer de tiroides”, enfatiza el doctor Grande, que reconoce que no es habitual la realización de pruebas genéticas en este tipo de tumores. “Hay que maximizar las determinaciones genéticas que se hacen en cáncer de tiroides para la personalización máxima de los tratamientos”, asegura.

A las determinaciones moleculares del estado del gen RET, se puede sumar la comprobación de alteraciones en otro panel de genes (ALK, ROS1, PI3K, etc). Estos genes analizados de manera individual, por lo general, no podrían determinar si existe una alteración génica en los pacientes, pero sí se consigue estudiándolos en conjunto. De hecho, un 20-30% de los casos de cáncer de tiroides avanzado presentarían esta modificación genética que al ser detectada permite ampliar las posibilidades de tratamiento con fármacos diana selectivos que se añadirían a la terapia estándar, aumentando las cifras de supervivencia.

Diagnóstico precoz del cáncer de tiroides

La palpación cervical es una técnica que entra dentro de una exploración clínica rutinaria, por lo que es posible detectar un bulto en el cuello de esta forma. Además, la biopsia del cuello también es muy eficaz para la detección de nódulos o ganglios. No obstante, la mayoría de los diagnósticos se producen cuando el paciente acude a consulta porque se ha notado un bulto en el cuello o porque tiene molestias al tragar. “Deberíamos acudir al médico ante cualquier bulto en el cuello, si bien en la mayoría de ocasiones esto se debe a un bocio, es decir, a un tiroides aumentado de tamaño”, destaca el doctor Grande, quien también apunta a que problemáticas como el hipertiroidismo o el hipotiroidismo tampoco entrañan un mayor riesgo de desarrollar un cáncer de tiroides en el futuro.

Una vez diagnosticado el tumor, se procede a su clasificación. Tal y como explica el doctor Grande, existen tres tipos de tumores de tiroides: anaplásicos (suponen el 2%, son muy agresivos y se tratan con quimioterapia), medulares (suponen entre el 5 y el 10% y se tratan con terapias dirigidas a RET directamente) y diferenciados (suponen más del 80% de los pacientes y la mayoría se cura con la administración de radioyodo; de ellos, un 50% se refieren a diagnósticos de tumores papilares).

La importancia del tratamiento multidisciplinar

Debido al equilibrio entre la tasa de recurrencia de la enfermedad y las posibles secuelas de los pacientes tras un tratamiento quirúrgico (disfonías, alteraciones al tragar…), el abordaje del tratamiento del cáncer de tiroides exige un equipo multidisciplinar de profesionales expertos en el tratamiento de este tipo de tumores. “No son necesarios solo oncológos médicos, sino que es importante implicar también a endocrinólogos, cirujanos, patólogos, médicos nucleares, enfermeros, psicooncólogos…”, subraya el doctor Grande, quien incide especialmente en el tema de la cirugía: “Deben tener una amplia experiencia en el abordaje de la tiroides, ya que la mayor tasa de recurrencias se produce a nivel cervical, en muchas ocasiones porque la cirugía no ha sido todo lo completa que debería haber sido”, enfatiza este especialista, que recalca el hecho de que “el mayor factor pronóstico en estos pacientes es la recaída local de esta enfermedad”.

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