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Madrid, 30 de octubre de 2019.- Más precisión y, por tanto, menos agresividad y menos efectos secundarios. Estas son las principales ventajas de la última tecnología de braquiterapia de alta tasa de dosis guiada por imagen que ofrece MD Anderson Cancer Center Madrid. Esta tecnología, pionera en España, también resulta novedosa en Europa, donde solo existen dos o tres equipamientos de este tipo instalados en hospitales.

“Tenemos la última actualización de esta tecnología en braquiterapia, la más novedosa, lo que nos permite definir mejor las estructuras a tratar y, por tanto, realizar mejores tratamientos y de una forma más segura”, destaca la doctora Natalia Carballo, jefa del Servicio de Oncología Radioterápica de MD Anderson Madrid.

Así, la principal novedad de esta técnica no radica tanto en qué se hace, sino en la potencia de este nuevo equipamiento, principalmente utilizado en el tratamiento de los pacientes con tumores ginecológicos (cáncer de cérvix y endometrio). Además, es posible utilizar esta técnica en tumores de piel o en el rostro de personas muy ancianas a las que no es posible intervenir, en tumores endobronquiales o en tumores que sangran en vagina. “Aproximadamente, un 10-15% de los pacientes oncológicos son candidatos al tratamiento con braquiterapia”, destaca esta experta.

La diferencia principal entre la radioterapia y la braquiterapia es que, mientras que la braquiterapia requiere contacto directo del tumor con una fuente radiactiva, la radioterapia no requiere contacto, ya que consiste en la administración a partir de un acelerador lineal de una fuente de radiación que atraviesa distintos tejidos hasta llegar a un punto del tumor.

La braquiterapia puede ser ambulatoria, con o sin sedación, o intraoperatoria, en la que el paciente es anestesiado y la braquiterapia se administra justo después de la extirpación del tumor. En todos los casos, se realiza un TAC o resonancia al paciente antes de comenzar con el tratamiento para localizar el tumor de forma exacta. Posteriormente, se coloca un aplicador a través del cual se introducirá la fuente radiactiva y se comienza a trabajar en el diseño de la irradiación de acuerdo con los resultados de las pruebas de imagen. “El proceso de irradiación puede durar entre 15-30 minutos y el proceso total alrededor de dos o tres horas”, señala la doctora Carballo.

La braquiterapia de alta tasa evita el ingreso en aislamiento en el hospital

Posteriormente, se retira la fuente radiactiva y el paciente puede volver a casa sin problemas, lo que supone la diferencia principal con la braquiterapia de baja tasa de dosis. “Los tratamientos de baja tasa requieren el ingreso y aislamiento de los pacientes en una habitación plomada, ya que no es posible retirar la fuente radiactiva durante las 3-5 sesiones que dura el proceso”, explica esta especialista, que puntualiza que esta técnica de baja tasa ya casi no se utiliza en los hospitales.

En el caso de la braquiterapia de alta tasa, que ha mejorado sustancialmente la calidad de vida de los pacientes, estos pueden irse a casa y volver al hospital en cada una de las sesiones, en las que se repite una y otra vez el mismo proceso. “Cada vez que viene el paciente, se le hace el TAC o resonancia para, en caso de que el tumor se haya reducido gracias a sesiones anteriores, poder rehacer el tratamiento de acuerdo con el tamaño del tumor en ese momento”, afirma la doctora Carballo.