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Madrid, 8 de mayo de 2023-. La sociedad cuenta actualmente con una población cada vez más grande de personas que han superado inicialmente el cáncer y continúan con su vida habitual, libres del tumor. Se trata de pacientes que han concluido los tratamientos de cáncer y en quienes la enfermedad ha remitido. Sin embargo, se enfrentan ahora a un proceso de reincorporación a su antigua rutina laboral, social y relacional, algo que no siempre es fácil.  

Por ello, los expertos inciden en que “el proceso oncológico no termina con la propia enfermedad, hay muchas secuelas físicas, psicológicas, emocionales o espirituales que necesitan otros tiempos” afirma María Isabel González, del Servicio de Psicooncología de MD Anderson Cancer Center Madrid. “Son personas que lidian con una gran cantidad de desafíos tras superar la enfermedad, como la ansiedad, el miedo a la recaída, el duelo por las pérdidas que la enfermedad y/o sus tratamientos han traído consigo, en algunos casos, incluso la depresión, y luego la reincorporación a la vida social, laboral y relacional”, añade. Así, continúa, “uno de los retos actuales es ayudar a los pacientes que han terminado el tratamiento clínico a lograr una calidad de vida adecuada después de superar la enfermedad”.

Como explica la experta, en este momento se produce un cambio en la experiencia del paciente. Durante el tratamiento del cáncer, el paciente se centra en afrontar la enfermedad, “pero finalizado el tratamiento activo y controlada la enfermedad, es normal que el paciente se aleje de aquel papel activo y encuentre un espacio psicológico para integrar todo lo que ha sido su experiencia”, asegura la psicooncóloga. Esto favorece que bastantes pacientes acudan a la consulta de psicooncología cuando ya han finalizado el tratamiento.

“A pesar de los múltiples procesos de seguimiento y revisiones médicas que tiene cada paciente, la recuperación psicológica también necesita tiempo. Un paciente puede tardar fácilmente un año en asimilar y superar el impacto psicológico que ha supuesto en su vida esta enfermedad y su tratamiento”, advierte la especialista de MD Anderson Madrid.

Condicionantes más allá de tratamiento clínico: edad e impacto en el futuro

En este sentido, existen factores que influyen en los distintos niveles de complejidad que puede presentar esta etapa y que condicionan la evolución de la terapia psicológica. Algunos de ellos son la edad, la gravedad del cáncer, el avance de éste a la hora del diagnóstico o la posible agresividad de los tratamientos frente a la enfermedad. Todos son factores que influyen en que la readaptación a la vida normal sea facilitada o no.

Uno de los ejemplos que más llama la atención es la recuperación en los pacientes más jóvenes. “Se tiende a pensar que los jóvenes tienen todavía mucho tiempo para vivir y mucha más energía para reinventarse. Sin embargo, en estos casos suele ser al revés. La adaptación es mejor en las personas mayores, que tienen menos proyectos vitales que se paralizan debido al cáncer, dado que han tenido la oportunidad de llevar muchos de ellos a cabo”, asegura González. En cambio, la vida de un joven tiene múltiples proyectos de vida abiertos y en mente, y muchas cosas que se ven interrumpidas por la propia enfermedad y sus tratamientos, como el trabajo, las relaciones sentimentales, los estudios, convertirse en padre o madre, o incluso el pago de una hipoteca. Su experiencia se puede ver afectada por los cambios en su imagen corporal y en su sexualidad o fertilidad, en ocasiones incluso por desarrollar.

La normalidad que espera el entorno social tras recuperarse de la enfermedad no es la esperada

Por otro lado, cuando un paciente termina con éxito los tratamientos de una enfermedad como el cáncer, su entorno espera que se reintegre en su vida a nivel laboral y familiar de manera inmediata. Sin embargo, la perspectiva del paciente suele ser muy diferente a la de su entorno. “El post enfermedad es la toma de contacto con todo ese miedo, toda esa tristeza, con todo ese desgaste que se ha vivenciado durante el tratamiento. El choque a nivel perspectivas y expectativas entre el paciente y sus amistades y familiares suele provocar que el paciente se sienta solo e incomprendido”, asegura Maribel González.

Es importante que el paciente intente volver otra vez a su vida, facilitar en la medida de lo posible el funcionamiento previo y volver a normalizar su vida; siempre teniendo en cuenta que ya no es la misma persona que en el momento del diagnóstico. “Normalmente en consulta solemos trabajar de forma paralela en qué es lo que no hemos perdido, qué aspectos de mi personalidad o de mis valores siguen ahí y en esos procesos de duelo de aquello que sí hemos perdido. Porque hay cosas que han cambiado para siempre y podemos ayudar al paciente a adaptarse y seguir con su vida, con ese nuevo yo, a menudo también fortalecido o enriquecido por la experiencia”, explica la psicooncóloga.

Sin embargo, es fundamental también que el paciente pueda solicitar a su entorno o familia lo que necesita y lo que siente de manera activa. Los pacientes tienden a esperar a que otro acuda, pregunte, entienda y ayude. “Es mejor decir claramente qué es lo que necesito, cómo me encuentro, cómo me siento y cómo me puedes ayudar. Muchas veces no se sabe cómo manejar esto desde fuera. Al final es mejor ayudar a ser ayudado, orientar a los demás en el apoyo”, finaliza González.